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lunes, 12 de noviembre de 2012

Cinco segundos en la Red

Sergio Torrijos – laRepúblicaCultural.es

La novela de aventuras requiere acción, malos y buenos y también, no le viene nada mal, algo de misterio. Parece un coctel sencillo pero no lo es. Tiene trampas, muchas, y solventar una buena novela de aventuras es más complejo de lo que en un primer momento pudiera parecer. Muchas novelas de aventuras han pasado a la historia como lo más granado de la literatura universal, desde el Conde de Montecristo hasta Moby Dick, por poner un par de ejemplos, podríamos poner muchos más. Tienen en común su vivacidad en la trama y la capacidad de narrar algo con gancho hacia el público. Atraer al lector y no soltarlo es complejo, a veces mucho, y el autor de la presente novela ejecuta ese lance con maestría. El listón de la novela de aventuras es muy elevado pero también tiene un público entregado pues no existe lector que no haya leído alguna novela de aventuras o que no recuerde alguna con ilusión.

Lo que nos presenta Evohé es una novela de ese corte. Acción continua, buenos y malos, viajes, historias que se entrecruzan y ritmo, un elevado ritmo de lectura y por lo tanto de narración. Las páginas pasan deprisa, al igual que la acción, lo cual es muy de agradecer. El autor se apoya en una prosa efectiva, de modo sencillo pero que es capaz de recrearnos complejos pensamientos y hacerlo de manera harto gráfica. La historia es una y se entrecruza con otras, como ya dije, a primera vista serían muy complicadas de entrelazar pero con el desarrollo de la trama ese paso resulta muy sencillo y por momentos casi obligado. Enlazar una narración de época de la reina de Saba con una expedición de 1845 a Guinea Ecuatorial y rematarla en Madrid, en nuestros tiempos actuales no es cosa de poco y aunque pueda parecer una locura, a primera vista, en la práctica es muy efectiva.

Me ha gustado, especialmente, la historia del esclavo Ela, una delicia y en especial la forma de narrarla, por si sola hubiera valido una novela y sería de calidad. Es probablemente la parte más rica y sustanciosa de la novela.El autor no sólo usa la aventura, la acción y cierto trasfondo histórico, empleado con rigor, sino que también le suma elementos, algunos mágicos, otros míticos, la mezcla funciona, no sorprendiéndonos de que se empleen unos usos un tanto peculiares.

Es novela dirigida a un público más juvenil, los buenos son demasiado buenos, no existen sombras ni rincones claro oscuros, algo que debería hacer reflexionar al autor, pues las personalidades humanas están plagadas de matices. La editorial Evohé, muy activa últimamente, ha apostado por este libro y este autor. Una apuesta firme y sólida, tan sólida como es la novela, no es mala forma de jugarse el jornal. El libro está muy bien trabajado, desde el interior hasta el exterior, haciendo una obra de calidad. La novela está muy elaborada y no sólo por el autor y eso se percibe y le da un valor añadido a la ya de por si buena novela. Espero que tengan suerte.

En resumen, una obra muy interesante, muy apropiada para todo tiempo y condición. No es tan frecuente la novela de aventuras y menos una novela de cierta calidad. Es una narración realizada con gusto y elegancia y eso es muy de agradecer en los tiempos que corren. Recomiendo su lectura, agradará y devolverá con réditos el tiempo dedicado a ella.

Criticas literarias de Cinco Segundos

viernes, 19 de octubre de 2012. Esta es la primera crítica literaria que he rastreado en la Red sobre "Cinco segundos". No soy muy aficcionado a colgar críticas de mis trabajos pero he de reconocer que la autora de la misma se lo ha currado. Aquí os la dejo sin mas.

Cinco segundos - Javier González

El tiempo pasa volando, solemos decir: sin embargo, cinco segundos dan para mucho, aunque parezca imposible. Dan para recorrer una vida en lo que parece un soplo; para recorrer medio mundo, para ir y volver del pasado al presente y del presenta al futuro. Dan para una novela ―concretamente, ésta― y para leérsela de un tirón. LEER MÁS

Javier González (Madrid, 1958), en esta su cuarta novela publicada, nos trasporta a épocas y vidas de lo más diversas en esta aventura espacio-temporal en la que sumerge al lector que hojea las páginas de este libro. «Partiendo de la nada conseguí llegar a las más altas cotas de la miseria», decía Groucho, con su característico humor. Pues bien: partiendo de un hecho simple llegamos a una complicación extrema, un complicado rompecabezas, que atrapa e incita a seguir leyendo sin poder parar. Con ese hecho simple y muy humano, que nos recuerda a aquella secuencia en El Padrino en la que un envejecido Marlon Brando juega a la pelota con su nieto en la ficción, el autor inicia en el prefacio lo que luego será una serie de flashes-back, que duran segundos; viajes por distintos pasados, bordeando la ficción y la realidad, mezclándolas, saltando de un país a otro, de unos personajes a otros, de un siglo a otro, y lo que al principio parece confuso poco a poco va encajando hasta completar el conjunto de piezas.

La novela, tras un prefacio situado cronológicamente en 2052, se divide en cinco apartados, correspondientes a esos cinco segundos. Tiene un primer segundo que a mi juicio, ya es de por sí un jugoso relato, recreando un mundo dentro de otro mundo: el Casino Militar de Madrid, situando la acción en 1986. El protagonista, que lo será de todo el libro, es Jorge Salvatierra, un joven aspirante a la licenciatura en Leyes, a su pesar, porque lo que quiere es ser futbolista, y todo lo que le pasa durante un agosto madrileño. El nombre está cargado de simbolismo: san Jorge salva la Tierra. Ahí tenemos un primer apunte del destino que le llevará por esos mundos de Dios. Porque Jorge ha sido elegido como Perceval ―puro de corazón― para llevar a cabo una misión. Toda una colección de carcamales, a cual más pintoresco, desfilan durante este primer segundo, cargando de una buena dosis de humor el relato, a la vez que planteando el misterio que llevará al lector a los siguientes pasos. Y un inicio de intriga ya comienza.

El siguiente segundo alterna la lectura de un antiguo manuscrito del jesuita Páez, obtenido en el Casino, con el inicio de una expedición botánico-zoológica en la que Jorge se ve implicado y le lleva a Guinea Ecuatorial. La lectura remite a 1622, Etiopía, y lo que el jesuita vio y vivió allí.

En el tercer segundo, el manuscrito del padre Páez contiene a su vez, cual muñeca rusa, otro texto, escrito en flamenco, cuya lectura hace viajar a Jorge y al lector aún más atrás en el tiempo y muy lejos, a la parte opuesta de África: Guinea, y nos cuenta la historia y aventuras de Elá Abá Okiri, que comienzan en Guinea en 941 a.C., pero luego se trasladan al país de Saba, Etiopía, en la época salomónica. Esta narración va a ir alternándose con las aventuras del grupo expedicionario en el que Jorge se ha visto alistado…junto a una atractiva chica, y una trama golpista que se va gestando a lo largo de la narración, ya con forma de thriller.

En el cuarto segundo, Elá se convierte en Caleb ―no explicaré cómo― y viaja al Israel, donde reina un envejecido Salomón. El relato de lo que le ocurre allí sigue alternando con lo que ocurre a los expedicionarios, salpicados por la trama golpista. La acción cada vez se complica más y nuestros amigos van a pasar algunos apuros.
En el quinto y último segundo, finaliza la lectura del manuscrito con unas páginas extra acerca de la expedición Manterola-Guillemard de 1845, y la misteriosa «instrucción reservada nº14». Justamente Manterola hace el mismo recorrido que la expedición del grupo de Jorge. La acción se vuelve cada vez más rápida y las cosas se precipitan, siendo estas últimas páginas de una fuerte tensión y sorpresa final. Un epílogo completa el prefacio y nos abre una puerta a la imaginación.

Como podrá comprender el lector, tal madeja de relatos e historias le va a tener entretenido todo el tiempo que le dure la lectura. Quizás se pierda un poco en algún momento con la trama guineana contemporánea, y deberá tener el ánimo preparado para sorpresas varias, y para la aparición de personajes fantásticos que irrumpen en el mundo real. Es esta una novela de aventuras, historia, intriga y fantasía, todo a la vez. Con bases históricas en algunos casos, y con mucha imaginación en otros. Quizás en algún momento no vea el lector muy claro el motivo de determinadas situaciones, pero siga leyendo y comprenderá más adelante. Todo tiene su explicación, aunque intervengan en ella elementos mítico-legendarios y fantásticos, que el amable lector deberá admitir: está leyendo una ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, como se suele decir.

Ariodante